En todos los equipos de nuestro país, sin excepción, hay historias raras y chistosas dignas de contar. Aquí les presentamos siete para comenzar….
Arqueros vialinos. En 1968 Arturo Fernandez Vial presentaba sus credenciales para postular al campeonato de ascenso, anhelo muy perseguido por esa centenaria institución que ya se sentía preparada para dar el salto al profesionalismo. En conferencia de prensa los dirigentes aurinegros hablaban de tradiciones, proyectos y otros detalles de la postulación cuando se tocó un tema curioso, que tenía relación con los últimos arqueros que había tenido el club. Lo cierto es que los tres más recientes habían sido Obregón, Robles y Pino; todos apellidos madereros, por lo se decía que en el Vial “había buena madera” para afrontar los nuevos desafíos….
El ballet miedoso. En 1964 el equipo de la U mas conocido como el “Ballet Azul” tenía que viajar a Copiapó para disputar un parido amistoso y ya cuando el avión se aprestaba a despegar un desperfecto obligó al piloto a volver al aeropuerto para que revisaran la aeronave. Fue tanto el miedo que invadió a muchos jugadores que la mayoría no se quiso subir al siguiente avión que se dispuso para el viaje. El más temeroso era el defensor Sergio Navarro, quien ofreció a varios la opción de irse en auto hacia para el norte. Al final una mitad abordó el nuevo avión y la otra se fue en varios vehículos. Los primeros llegaron sin problemas, y los segundos vivirían las mil peripecias en el trayecto. Incluso Navarro fundió el motor en Coquimbo y tuvo que arrendar un taxi, el que también quedó varias veces en pana.
El llanto de los jugadores árabes.. A fines de los 60 el equipo de Palestino regresaba de Rancagua, después de un duelo con O’higgins, en el que habían sufrido una dura derrota por tres a cero. La mayor parte del plantel dormía en sus asientos cuando, de repente, se prendieron las luces y el entrenador Hugo Tassara se dio cuenta que varios jugadores estaban llorando. Impresionado por la situación el DT les dijo que no era para tanto, que era sólo una derrota y que ya vendría la rehabilitación. En eso se paró uno de los futbolistas y entre risa y lágrimas comentó: “No pasa nada profe, lo que ocurre es que un chistocito desparramó un frasco de pimienta que nos ha picado a todos en los ojos”. El bromista había sido el “Tano”Almeyda que estaba bien escondido y muerto de la risa, en una de las butacas de atrás.
Origen de los colores de Coquimbo Unido. Cuenta la historia que a principios del siglo XX arribó al puerto de Coquimbo un barco inglés que traía, entre sus marineros, a todo un equipo de fútbol Al bajar a tierra los navegantes británicos fueron los primeros en practicar este deporte en la ciudad. De hecho, mientras jugaban en una de las plazas decenas de curiosos se juntaban para mirar lo que hacían los gringos, al principio con suspicacia, pero al final con franco entusiasmo. Los europeos, en señal de simpatía decidieron dejar sus camisetas que lucían los tradicionales colores aurinegros del actual elenco “pirata”.
Breve historia del nombre de Rangers. Uno de los socios fundadores del club talquino, Jorge Donoso, recordaba, hace décadas atrás, como fue que le pusieron Rangers al club piducano. El añoso dirigente contaba que entre los que formaron la institución figuraba Luis Greenstreet y su padre Juan, un ingles radicado en Chile que era muy simpático y bueno para la talla. Resulta que en una de las primeras reuniones se invitó a don Juan precisamente para discutir el nombre que se le daría al club. Y el británico lleno de nostalgia exclamó “pechos rojos” rememorando al club de su tierra natal. Después de eso, el grupo se decidió por Rangers, inspirados en el club de la liga inglesa, que significa “gurdianes, defensores, vigilantes”. Ellos serían los defensores del fútbol talquino.
El “yeta” de Melipilla. A principios de los 70 el cuadro de Melipilla ganaba por lejos un partido por el torneo zonal, cuando súbitamente las cosas empezaron a empeorar. El rival descontó, las pelotas no entraban, los jugadores estaban ofuscados y la figura del equipo salió por lesión. En eso jugadores y dirigentes comenzaron a mirar en dirección a la galería ¿Dónde está? ¡Búsquenlo y sáquenlo luego! gritaban algunos. A los pocos minutos entre cinco llevaban a un individuo fuera del estadio. Lo más increíble es que tras el episodio Melipilla volvió a jugar bien y salieron mas goles, con lo que ganó cómodamente el partido. El misterioso espectador era conocido como “Fúlmine”, y lo que ocurría es que cada vez que iba a la cancha el equipo perdía o pasaba algo.Tanta era la preocupación de los directivos que habían prohibido venderle entradas., pero él se metía a escondidas amenazando el rendimiento deportivo del equipo de los pollos.
Marcas curiosas del Everton campeón de 1950. A final del torneo de ese año el cuadro viñamarino junto con bajar su primera estrella logró tres marcas dignas de mencionar. Fue el primer club provinciano, en obtener el título; el primero, en ganar un torneo en tiempo complementario; y el primero en ser proclamado campeón, en horas de la madrugada. /HDF -jma