Mini historias de arqueros

Jugaba Santiago Morning con Everton en la década del 50, en un disputado encuentro. En uno de los tantos ataques de los “Ruleteros” el puntero de apellido Báez, en su afán por ir contra la valla bohemia, tuvo un violento choque con el arquero Alberto Expósito. El delantero viñamarino quedó literalmente desvanecido sobre el pasto, mientras que el portero de los autobuseros se retorcía de dolor. Los jugadores del Morning corrieron en auxilio de su guardavallas y al acercarse escucharon que este lo único que decía era: “¡Me mataron! ¡Me mataron! ¡Estoy muerto!” En eso, uno de sus compañeros, Biondi, le contestó: “cállate gil, no ves que el muerto es el otro”, apuntando a Báez quien todavía no daba señales de vida.   
 
Tiempo después (1959), en Buenos Aires, Chile se entrenaba en la cancha de Boca (La Bombonera), en el marco del campeonato sudamericano que se jugaba en Argentina. Era una práctica con todas las de la ley, incluso con árbitro y en medio de un calor extremo. La Roja enfrentaba a una mixtura de titulares y reservas del cuadro xeneise. Cuando los rojos se imponían 1 x 0 vino un tiro largo, desde unos cincuenta metros, enviado por uno los defensas argentinos y la pelota entró limpiamente en el arco del portero chileno, Francisco Fernández. Lo más curioso de todo es que cuando el balón entró no había nadie bajo los tres palos. ¿y dónde estaba el arquero chileno? Se encontraba junto a un poste degustando un refrescante helado….plop, 
 
En esa misma época jugaban un entretenido duelo Universidad Católica y Palestino cuando, de repente, uno de los jugadores árabes se despachó un balazo imparable, desde muy lejos, que entró junto a uno de los postes cruzados defendidos por el portero Sergio Litvak. Pero increíblemente el balón volvió a salir del arco por una pequeña rotura de la red, situación que fue aprovechada por Litvak, quien puso la pelota en área chica para el saque de meta. El árbitro que había validado el gol tuvo un momento de vacilación, lo que motivó la airada reacción de los futbolistas tricolores que se tomaban la cabeza ante la duda del juez. En eso, el defensa católico Manuel Álvarez se acercó sigilosamente al referí y le dijo: “Señor árbitro, usted cree que a Sergio le pueden hace un gol desde 40 metros”. El colegiado lo miró fijamente y exclamó: “de veras” y luego ordenó saque de meta, ante la mirada desesperada de los jugadores de Palestino y una mueca burlona del avivado meta.
 
Otra de Litvak, jugaba la UC con Santiago Wanderers y el meta católico se quejaba de una lesión en una de sus piernas, producto de un encontrón con un jugador caturro. Ante el dolor en aumento el golero se tiró al suelo aparatosamente y ahí estuvo un buen rato, lo que motivó la interrupción del partido. En eso, se acercó Manuel Alvarez, quien le dijo: “Vamos flaco levántate, te quejas por sólo un rasguño, no te acuerdas que a Galvarino le cortaron las dos manos y ni se que arrugó. ¿Y como siguió atajando? respondió el adolorido Litvak……
 
Y para terminar, una del Audax. Corrían los tiempos en que a los itálicos los entrenaba el húngaro Ladislao Pakozdi, el mismo que sacó campeón a los verdes en 1957. Al europeo le gustaba participar activamente en los entrenamientos con sus dirigidos, principalmente con los porteros, ya que en su época de jugador se caracterizaba por su potente remate. Precisamente Pakozdi estaba probando al arquero suplente Donoso, a quien le tiraba fuertes tiros de mediana distancia. Pero, para sorpresa de los presentes, uno de los balonazos del técnico tuvo tal violencia que le rajó la mano al gurdavallas, en una herida grande y profunda que iba desde el dedo pulgar el índice. Todos se miraron sorprendidos por la situación, ya que pese a que había barro y la pelota estaba pesada era raro que un remate provocara tal daño. El entrenador luego de cerciorarse de que el meta tuviese la debida atención médica se vanagloriaba de que todavía le quedaba dinamita en sus pies… HDF/Croata