Aquella noche de septiembre de 1980, el Estadio Malvinas Argentina de Mendoza estaba repleto de fanáticos trasandinos que se agolpaban para ver a la selección campeona del mundo, pero también a la naciente estrella del fútbol, Diego Armando Maradona. La albiceleste se medía con Chile, que con el correr de los minutos no sería una presa fácil de digerir. Sobre todo, porque contaba en sus filas con otro talentoso, Manuel Rojas, “Rojitas”. Y de repente, esos miles que fueron a ver al “Pibe de Oro” comenzaron a deleitarse con aquel que llevaba el 10 en la espalda, pero de camiseta roja. Amagues, habilitaciones, exquisita conducción y potente disparo de media distancia fueron algunas de las facetas que exhibió ese día el gran volante chileno, que, por lo demás, inició la jugada del empate definitivo, que después finalizaría Sandrino Castec, con su espectacular “chilena”.
Pero “Rojitas” no era un aparecido, ya venía, hace rato, mostrando su calidad donde el destino lo llevara.
Su carrera futbolística parte en las divisiones inferiores de Palestino, donde llegó un lejano 1971. Y su debut en primera división se produce el 73, cuando el cuadro tricolor recién había vuelto de dos largas temporadas en el descenso. Ya en esos años Manuel comienza a mostrar su calidad como volante de creación, puesto en el que desarrolla, en muy poco tiempo, una gran visión panorámica del juego, la que enriquece con su dominio de ambos perfiles. Su importancia en el equipo adquiere cada más relevancia, hasta que se vuelve imprescindible, independiente del entrenador de turno. En esos días, Rojas es parte importante de uno de las escuadras árabes más brillantes de la historia, que revolucionó el fútbol local de los años setenta, al incorporar alta rotación táctica, juego colectivo y gran capacidad ofensiva. Con Palestino gana la Copa Chile de 1975 y la liguilla pre-Libertadores de ese año, los primeros logros de esa destacada generación del club de colonia, después del único título conseguido en 1955.
En 1975 el talento y calidad de “Rojitas” ya ha traspasado las fronteras y su nombre comienza a figurar con fuerza en esferas internacionales. Tanto así, que el conocido club América de México, termina llevándoselo a Norteamérica, donde en su primera temporada sale campeón con los aztecas. Grandes tardes viviría en el DF el chileno, ganándose la admiración del hincha americanista. Sin embargo, la nostalgia por Chile lo traería de vuelta.
La aventura mexicana termina a mediados de 1977 cuando el club de sus amores, Palestino, lo repatria, para conformar un gran equipo junto a Elías Figueroa, Sergio Messen y Oscar Fabbiani. Manuel es el motor de ese inolvidable elenco que totaliza 44 fechas invicto, que gana otra liguilla pre Libertadores y cuyo máximo logro llega en 1978, cuando obtiene el ansiado título nacional. Todavía se recuerda ese memorable tiro libre en ese último partido con Colo Colo, que superó a Adolfo Nef y abrió el camino hacia la corona.
Dos temporadas más pasa Rojas en la tienda árabe, etapa en la que sobresale su participación en Copa Libertadores, donde es pieza clave en la gran campaña palestinista, que alcanza las semifinales del torneo continental, perdiendo ante el fuerte equipo de Olimpia de Paraguay. Y en 1981, las “grúas” de la Universidad Católica ponen 400 mil dólares sobre la mesa y se llevan el talento de Manuel al cuadro cruzado, que por esos días armaba un “dream team”, bajo la conducción de Luis Santibáñez. Sin embargo, a poco andar, el equipo de las estrellas no cumple con las expectativas y Rojas no lo pasa bien, ya que se la achaca parte de la responsabilidad por el magro desempeño mostrado en la cancha. La incómoda situación se vuelve más grave al surgir desencuentros con el entrenador, lo que finalmente lo llevan a mirar otros rumbos para seguir con su carrera futbolística.
Y la oportunidad no tarda en llegar, en 1983, Manuel Rojas deja la UC y parte sorpresivamente al fútbol de Estados Unidos, donde se enrola en el Tampa Bay Rowdies. Pero al poco tiempo se cambia a los Golden Bay Eartquakes, para luego terminar en los Chicago Stings, donde gana la liga de la NASL, en 1984. Sin embargo, un año después la famosa liga estadounidense desaparece y Manuel decide inscribirse en la Liga Indoor. donde milita por varios clubes de Chicago, hasta su retiro definitivo del fútbol, en 1990.
Un fijo en la Roja de Santibáñez
Manuel Rojas jugó 28 partidos por la Selección Chilena, entre 1977 y 1982, destacando su paso por la Roja de Luis Santibáñez, donde fue titular indiscutido y figura de inolvidables campañas en la Copa América 1979 y en las eliminatorias 1981. Además, jugó las eliminatorios 1977 y el Mundial España 1982, donde sólo jugó parte del duelo con Austria (entró en reemplazo de Miguel Ángel Neira). Nunca se entendió, porque “Locutín” no puso de titular a “Rojitas” en el mundial, siendo que incluso el mismo llegó a compararlo con el talentoso medio campista argentino Osvaldo Ardiles.
El partido termina en el Malvinas Argentinas y Manuel Rojas no puede más de la alegría, se ha empatado con los campeones del mundo y él se ha mandado uno de los mejores partidos de su carrera, opacando nada más y nada menos que al mismísimo Diego Maradona. /HDF





