La U se adueña de Sudamérica​

Mediados de diciembre de 2011, la Universidad de Chile domina sin contratiempos, tanto en el torneo local como en el plano internacional, algo que no se vivía en el fútbol chileno, desde el Colo Colo campeón de América de 1991. En el primer semestre del año los azules le arrebataron el título a la UC y cuando falta poco para que termine 2011 ya están instalados en semifinales, donde deben enfrentar a los mismos cruzados. El favoritismo del chuncho es total, principalmente por el nivel de juego, el acoplamiento de los jugadores y la confianza que reina en el plantel. De hecho la U no pierde un partido desde el 13 de julio.

Pero los buenos resultados también se han trasladado al campo internacional, donde la U ha desarrollado una Copa Sudamericana inolvidable. Entre agosto y diciembre ha jugado nueve duelos, ganando siete y empatando dos (19 goles a favor y sólo tres en contra). Un rendimiento notable, considerando que ha tenido que enfrentar a rivales importantes como los uruguayos Nacional y Fénix, los transandinos Arsenal y Vélez Sarfield, Vasco de Gama y Liga Deportiva de Quito. Es tan vistoso el juego de la Universidad de Chile que se ha transformado en el equipo de moda en todo el continente, incluso muchos hablan del “Barcelona de Sudamérica”.  A esa altura, los laicos son los favoritos para quedarse con el título, sobre todo después de vencer, a domicilio (1 x 0), a los ecuatorianos de Liga,  en la primera final del certamen continental.

¿Cuáles son las claves de este gran equipo? 
Un año antes, a mediados de diciembre de 2010, asumía la dirección técnica de la U Jorge Sampaoli, técnico argentino de la corriente de Marcelo Belsa, el que en pocos meses y, con un método de trabajo igual o más obsesivo que su referente, logró armar un grupo único, que consiguió plasmar en el campo de juego un funcionamiento casi perfecto (mucha tenencia, recuperación incansable del balón y vértigo ofensivo). El sistema exigía concentración, destreza táctica y mucho despliegue físico -en todas las líneas-, por lo que llevó su tiempo dar con la alineación ideal. Pero ya con el título del Apertura 2011 se comenzó a vislumbrar ese 11 que todos los fanáticos muy pronto recitarían de memoria. Johnny Herrera en la valla; luego, una línea de tres con Osvaldo González, Marco Gonzáles y José Rojas; dos dinámicos laterales volantes como Matías Rodríguez y Eugenia Mena; dos mediocampistas de quite, pero también de buen trato con el balón como Marcelo Díaz y Charles Aránguiz; y un letal trío de ataque compuesto por Eduardo Vargas, Gustavo Canales y Francisco Castro. 

Esa mágica noche de diciembre
Pro volvamos a diciembre de 2011, mas precisamente al miércoles 14 en el Estadio Nacional., cuando, ante casi 50 mil personas, la U y Liga de Quito disputaban el partido de vuelta por la final de la Copa Sudamericana.  La hinchada azul estaba expectante ante lo que podía ocurrir en la cancha. Como casi nunca antes reinaba una confianza plena en el equipo y una certeza casi absoluta de que el triunfo quedaría en casa, haciendo realidad el sueño del primer título internacional.. La única duda provenía del campo de la superstición, ya que muchos hablaban de la “maldición del Estadio Nacional”, ya que nunca antes un equipo chileno había logrado gritar campeón en el recinto de Ñuñoa. Pero esta supuesta mufa no estaba en la mente de los  11 gladiadores azules, que entraron al campo de juego a comerse a los rivales y a desplegar ese juego de toque, dinámica y efectividad que ya era su sello distintivo. Y el premio llegó al instante, ya que a los tres minutos Matías Rodriguez desbordó por derecha y su centro traspasó la defensa quedándole el balón justo a Vargas, quien remató de zurda, a la esquina derecha del meta Alexander Domínguez. El pueblo azul explotó de alegría desahogando la tensión y los nervios de la previa y al equipo le vino muy bien el tempranero gol, ya que se acentuó la confianza en los propios recursos, para ir luego sellando el partido y el título 

Cuatro minutos después la U amenazó de nuevo con una llegada masiva al arco ecuatoriano. Castro se lo perdió cuando quedó sólo frente al portero Domínguez, ya que su remate rebotó en el arquero visitante. En pocos minutos los azules ya copaban el campo, desplegando esa triangulación perfecta entre Díaz, Aranguiz y los delanteros. Poco, después, en el minuto 13, Rodríguez elevó su cabezazo, tras notable centro de Mena, cuando estaba en inmejorable posición. A partir de ahí, y hasta el minuto 35, el dominio azul se incrementó en tenencia y disposición, pero disminuyeron las llegadas claras al arco contrario. De hecho la siguiente opción clara de gol llegó a los 37, después de un remate de Rodríguez que el arquero de Liga contuvo, a medias, y que terminó en un tiro elevado de Mena..
La única llegada de los ecuatorianos fue a los 44, en un tiro libre fuerte y ajustado de Barcos que Herrera contuvo con alguna dificultad. Así terminó la primera fracción, que registró un 78 por ciento de posesión, en favor del equipo chileno, lo que habla de la notoria superioridad de los laicos.

El epílogo. Poco después de reanudado el match, a los 51 minutos, Aránquiz se internó por la banda izquierda y centró al corazón del área visitante, Castro hizo pantalla y la pelota le quedó a Canales, quien desvió de zurda con el arco a disposición. En esa parte del partido y cuando la U parecía perder el control del balón vino la torpe expulsión del defensa de Liga, Jorge Guagua, tras violenta agresión a Lorenzetti. Esta incidencia soltó más a los azules que, de ahí en adelante, se fueron con todo al ataque. A los 68 Canales remató violentamente y Domínguez despejó al córner, y a los 73, el mismo Canales quedó mano a mano con el portero y éste consiguió quedarse con la pelota. Tres minutos después, Vargas elevó su disparo luego de gran acción personal. A esa altura lo de la U ya comenzaba a oler a farra, pero las dudas se disiparían a los 79 cuando los azules recuperaron la pelota en el medio y Mena la cedió a Canales y este la traspasó a Vargas, quien se despachó un potente derechazo que no pudo asegurar Domínguez, lo que aprovechó Lorenzetti para convertir de zurda. Era el dos a cero a diez del final y con un hombre de más, todo parecía miel sobre hojuelas 

A los 82 y en un descuido de los locales Barcos elevó sin marca cuando ya Herrera estaba vencido, lo que provocó la ira de Sampaoli quien recriminó a sus jugadores, para que se enfocaran en la parte final del partido. Acto seguido en otra llegada azul Domínguez salvó un gol cantado de Vargas con soberbia atajada. Y tras cartón Barcos se lo volvió a perder desatando otro enojo del DT Azul, La cosa pareció complicarse aun más con la tonta expulsión de Rodríguez, que dejó a ambos cuadros con 10 jugadores. Fue el instante en el que un nervioso Sampaoli decidió matar el partido con la entrada de Diego Rivarola, lo que coincidió con la jugada magistral de la noche. Minuto 86, Vargas retrocedió en busca del balón y logró que Lorenzetti se la pasara, para luego adentrarse en área rival y burlar la resistencia de dos defensores. Y ya cuando sólo tenía en frente al arquero “Turboman” cacheteó el balón exquisitamente hacia su izquierda. En es instante sublime el estadio se vino abajo de emoción y alegría, borrando para siempre esa maldición imaginaria. La U era la dueña de Sudamérica, un sueño hecho realidad que jugadores y cuerpo técnico celebraron, hasta las lágrimas, junto a la querida y fiel hinchada.
Así terminaba esa noche inolvidable y mágica de primavera que quedó guardada para siempre en los corazones del pueblo azul. HDF/jma.