Cuando ya han pasado varios meses desde la epopeya de New Yersey, con todo ese festejo y emoción inolvidable, es importante recordar que el bicampeonato de América no fue fruto de la magia ni la fortuna, sino más bien de una combinación de factores: trabajo sostenido en las divisiones menores, búsqueda e internalización de una filosofía de juego y, sobre todo, mucha psicología deportiva. Los invito a repasar los 6 hitos de esta gran historia de éxito.
1. Contexto previo
Es el invierno de 1999 y la selección chilena logra un aceptable cuarto puesto en la Copa América que ese año se juega en tierras paraguayas. Se pierde el partido de consuelo frente a México y antes la semifinal contra Uruguay (por penales). La roja que había llegado a la cita continental con casi el mismo equipo que acudió a Francia 98, comenzaba así a despedir a la generación de Salas y Zamorano que nos habían devuelto a un mundial después de 16 años y que tendría su último momento culmine en las olimpiadas de Sidney 2000 donde “Bam Bam” y compañía se quedarían con la medalla de bronce.
Tras los logros meritorios de esta lucida camada de jugadores que, además, tuvieron la oportunidad de inaugurar el peregrinaje masivo hacia equipos extranjeros, fundamentalmente hacia Europa y México, viene una importante sequía de resultados y calidad futbolística. Entre 2000 y 2007 Chile no logra clasificar a los mundiales de Corea-Japón 2002 y Alemania 2006, realizando magros procesos eliminatorios, sobre todo en el primero, donde la escuadra nacional finalizó en un paupérrimo último lugar de la tabla, con sólo 12 puntos y apenas 3 partidos ganados. Sin duda uno de los peores fracasos en la historia centenaria de nuestro fútbol. Pero las malas noticias no se quedaron ahí, ya que, en la Copa América, también los malos momentos se repitieron. Eliminados en cuartos de final en Colombia 2001, primera fase de Perú 2005 y nuevamente cuartos de final en Venezuela 2007. Claro que en esta última fue con bochorno, por la recordada caída por 6 a 1 contra Brasil, en Puerto La Cruz, con episodio de indisciplina incluido.
2. El Despertar
El hambre de resultados y la necesidad de levantar el nombre de la selección chilena motiva la gestación de un proceso subterráneo desde las divisiones juveniles, comandado por el profesor José Sulantay, el que tiene la gran virtud de ir detectando, con agudeza, a jóvenes promesas chilenas, e inculcarles la semilla de la mentalidad ganadora. La “roja chica”, bien conducida y con esta savia nueva y prometedora, logra, a poco andar, un botín inédito, clasificar a dos mundiales Sub 20 consecutivos (Holanda 2005 y Canadá 2007). Se mete en octavos de final, durante la cita en los países bajos y obtiene un inolvidable tercer puesto en la nación norteamericana. Del equipo de 2005 surgen nombres como Marcelo Díaz, Matías Fernández, Carlos Carmona, Gonzalo Jara y José Pedro Fuenzalida; mientras que en el de 2007 se incluyen figuras actuales como Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel, Mauricio Isla y Cristopher Toselli.
Todo este boom de los sub 20 coincide, en el tiempo, con el gran Colo Colo de Claudio Borghi, que logra cuatro títulos seguidos entre 2006 y 2007. Es importante este hito, ya que el ex jugador argentino contribuyó, también, en la formación de varios de los jugadores de esta brillante camada, hablamos de Matías Fernandez, Arturo Vidal y Gonzalo Jara. Y, además, aceleró el despegue de otros un poco mayores, que no habían sido parte de las Sub 20 como Claudio Bravo, Jorge Valdivia y Humberto Suazo.
3. El Efecto Bielsa
El impulso definitivo para la generación dorada llegaría en 2008, cuando asume la dirección técnica nacional el estratega argentino Marcelo Bielsa. Hay amplia coincidencia en que el rosarino le da un giro significativo a la Roja y a todo el fútbol nacional, ya que le imprime un sentido casi épico al juego, con su personalidad distinta y obsesiva, a lo que suma un método de juego agresivo y estratégico, que es rápidamente asimilado por este grupo nuevo de jugadores nacionales, hambrientos de sueños y gloria deportiva. Pero Bielsa no sólo enseña una forma de jugar, sino que, además, remueve las mentes de los seleccionados, con un discurso que refuerza la autoestima, la ausencia del temor y la búsqueda permanente de nuevos límites. Su palabra deja huella y cala hondo en todos los jugadores, quienes ven en él una oportunidad única para terminar con los interminables años de frustraciones del fútbol chileno. La práctica reiterativa de jugadas, la emisión permanente de videos del rival y la disciplina dentro y fuera del campo de juego se transforman en reglas de oro del equipo.
Y así, los resultados comienzan a llegar, fundamentalmente, en las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010. La primera victoria sobre Argentina en un partido oficial es el aviso de que algo grande viene, lo que se ve refrendado en la brillante campaña eliminatoria, en la cual Chile termina segundo, a un punto de Brasil. Los ex sub 20 dominan en el equipo (Isla, Medel, Vidal, Carmona, Sánchez, Jara, Fernández); a los que se suman los colocolinos de Borghi (Bravo, Valdivia, Suazo, Millar, Contreras), algunos chunchos que llamaron la atención de Marcelo como Waldo Ponce, Miguel Pinto y Marco Estrada; más Mark González y Jean Bonsejeur, dos zurdos que se ajustaban muy bien a las necesidades del sistema.
Ya durante el Mundial de Sudáfrica 2010 , se logra otro hito, volver a ganar un partido después de 48 años (1 a 0 a Honduras y 1 a 0 a Suiza), lo que refuerza la moral y la autoestima del equipo, que clasifica a octavos de final. Sin embargo la madurez psicológica para sobreponerse a cualquier rival todavía está en proceso y Brasil nos manda a casa con un 3 a 0 que duele, pero que no invalida, de ninguna manera, el camino que ya ha sido trazado.
4. El sistema se recalienta
Meses después del Mundial de Sudáfrica Bielsa deja su cargo de entrenador, junto con el cambio en la presidencia de la ANFP. El momento es difícil, muchos piensan que el castillo construido se caerá en mil pedazos y volveremos a fojas cero. Se nomina a Claudio Borghi como nuevo entrenador de la Roja, quien siempre será perseguido por las “viudas de Bielsa”, ya que no se lo ve como el continuador de la filosofía del rosarino. Pese a ello, logra una buena imagen en la Copa América de Argentina 2011, en la cual caemos en cuartos, ante una sorprendente Venezuela. Sin embargo, lo peor es que los jugadores, al irse muchas de las reglas y la disciplina, caen en situaciones de desmadre como el triste episodio del “bautizazo”, que implica la suspensión de varios nombres emblemáticos como Vidal, Valdivia, Carmona y Bonsejeur. Cuento corto, el equipo se despotencia y su rendimiento, al final de la primera ronda de las eliminatorias para Brasil 2014, sólo alcanza un 44 por ciento (los tres últimos partidos se pierden al hilo). La presión del medio y la urgencia por darle un hilo conductor al proceso iniciado por Bielsa, hacen que el Bichi finalmente tenga que dar un paso al costado.
5. La revolución exitosa de Sampaoli
Ese 2011 el fútbol nacional pasa las penas de la selección con otro chiche, la U de Jorge Sampaoli, que aparte de ganar los dos campeonatos cortos de ese año obtiene algo inédito para el romántico viajero, la Copa Sudamericana, que llena de admiración y orgullo no sólo al mundo azul, sino también a todos los chilenos, quienes transversalmente alaban como juega el equipo estudiantil. La escuadra del casildense tiene un vértigo incesante, mucha presión sobre el rival, alta recuperación de la pelota, posesión siempre dominante y ataque masivo. Se habla del “Barcelona de Sudamérica” y no es algo descabellado, ya que Sampaoli es seguidor de Bielsa, pero con el tiempo va matizando su idea con otros conceptos más cercanos a los de Guardiola.
El éxito de la U abre los ojos de la dirigencia nacional y el nombre de Sampaoli aparece como natural en esta búsqueda del continuismo bielsista. Y todo encaja como anillo al dedo, ya que los jugadores se reencuentran con el sentido que los movilizaba, pero a ello se suma un estilo del técnico más simple y accesible, que enriquece poderosamente el factor humano. En fin, el sistema se recarga y aunque se pierde el primer partido con Perú, de ahí en adelante todo es alegría y victoria. La admiración internacional por el equipo, iniciada en tiempos bielsistas, se refuerza y se transforma en temor y preocupación, por parte de los rivales. Chile llega tercero en la tabla y clasifica a un segundo mundial consecutivo en cancha, algo no logrado jamás, y que muestra señales de que esta generación es distinta a todas las otras. Destacan en ese logro figuras como Eugenio Mena, un renovado Marcelo Díaz, Charles Aránguiz y Eduardo Vargas, todos artífices del primer título internacional de la U. La mayoría de ellos se transformarán en piezas inamovibles de la Roja y le imprimirán un nuevo sello futbolístico al equipo.
La primera fase del mundial aparece como la prueba de fuego para mostrarle al mundo como juega este equipo. La victoria sobre Australia y, principalmente, el triunfo contra España vigorizan esa convicción y consolidan la imagen distinta del equipo y de Sampaoli, aunque el técnico pierde una de sus pocas batallas tácticas, contra la Holanda de Van Gaal, que impide que Chile se quede con el grupo.
Y de nuevo aparece Brasil en el horizonte, que sólo logra sacarnos de otro mundial en la tanda de los penales. Sin embargo, la lucha, corazón y verguenza deportiva que exhibe ese día el equipo, demuestran que la madurez y la resistencia psicológica están ya a la vuelta de la esquina, sólo hay que esperar la siguiente oportunidad. Y esa vendría exactamente un año después y en nuestra casa, ya que la Roja entierra 100 años de historia maldita para alzarse con la corona de América, en una infartante final con la Argentina de Messi, que se decide desde el punto penal. Chile patea esos tiros con el alma, con una efectividad bestial, que denota determinación, foco y mentalidad ganadora. El trabajo ya está hecho, se vencieron los complejos y miedos, liberándose una nueva era en el fútbol chileno.
6. Ganar se vuelve costumbre
El último capítulo del Chile bicampeón es aún historia reciente, pero sin duda alguna, conforma otra página gloriosa del fútbol chileno. Menos de un año después, con nuevo entrenador (Juan Antonio Pizzi), la historia se repite casi con calco y volvemos a levantar la Copa América Centenario, otra vez con la Argentina pierde finales. Un logro inolvidable, ya que es un torneo donde no se parte bien, pero que se cierra de forma increíble, con un sistema consolidado, aprendido a la perfección e interpretado colectivamente por futbolistas únicos en sus puestos, que ya no le temen a nada ni a nadie. Quizá la máxima expresión de lo que puede este grupo se reflejó en la apabullante e histórica goleada sobre México por 7 a 0, una orquesta de fútbol que maravilló a todo mundo. Hay que rescatar que el nuevo DT tuvo la sabiduría de conservar el sistema general y agregarle algunos matices interesantes como la seguridad defensiva (cuando el caso lo requiera) y un ritmo algo más pausado, pero siempre basado en la formula posesión/recuperación. Y nuevamente se ganó, por penales, a la mismísima Argentina de Messi, algo para nada fácil y que le da infinita valoración a lo conseguido.
Afortunadamente, todavía le quedan capítulos por escribir a esta generación dorada. Están las eliminatorias, Copa Confederaciones y el Mundial de Rusia 2018. Razones hay de sobra para tener fe en que con ellos podemos encumbrarnos en lo más alto del universo fútbol. Sí se puede. /HDF




