En septiembre de 1996 se materializaba la venta de Marcelo Salas a River Plate de Argentina, en una transacción que bordeaba los tres millones de dólares. De esa forma la gran promesa del fútbol chileno comenzaba su carrera internacional dejando atrás tres años de aprendizaje, desarrollo y triunfos con la camiseta de la U. Desde su debut, el sábado 10 de abril de 1993, cuando entró en reemplazo de Mariano Puyol, en un partido frente a Colchagua, hasta el último match antes de emigrar, Salas convertiría 99 tantos, lo que habla de su efectividad en el área. Muchos de esos goles ayudaron a los azules a conquistar ese inolvidable bicampeonato de los años 94 y 95.
Muy luego llegaría el debut soñado con el equipo de la banda sangre, cuando anotó frente a Boca en el súper clásico trasandino, el que sería el inicio de la más exitosa trayectoria de un jugador chileno en canchas argentinas. Cuatro meses después Salas, ya con la hinchada casi en el bolsillo, conquistaba el título del Campeonato Apertura 96 del fútbol argentino, con una actuación descollante ante Vélez Sarfield. Esa tarde de diciembre, Marcelo no comenzó jugando el partido, pero ya a los 25 minutos los riverplatenses comenzaron a pedir su ingreso, coreando su nombre desde la gradería. El técnico Ramón Ángel Díaz lo puso sólo a los 63 minutos, en reemplazo de Enzo Francescoli. La cancha, estaba difícil y llena de barro, pero rápidamente se acomodó y marcó el primero de sus dos goles de esa inolvidable jornada, tras una jugada combinada con Solari y Berti, la cual finalizó con una gambeta y una definición de zurda, que batió al golero Pablo Cavallero. Y minutos después vendría el segundo cuando recibió un balón con ventaja, en plena área rival, dejó desparramado otra vez a Cavallero y anotó tras un túnel al defensor Christián Bassedas. Hubo locura total entre los millonarios y Salas logró su bautizo definitivo como crack. A esa altura ya había jugado 507 minutos en River y marcado siete tantos, que lo proyectaban con insospechado optimismo en su nueva etapa en River Plate.
La historia de Salas en River tendría su primer final en 1998, cuando la dirigencia millonaria decidió venderlo a la Lazio de Italia, en 20 millones de dólares, toda una fortuna para un equipo sudamericano en esa época. Atrás quedaban casi dos años inolvidables para el jugador chileno, donde aparte de ganar el Campeonato Apertura 96, obtendría el Clausura 97 y Apertura del mismo año. Tres coronas que elevarían la figura del “Shileno” a la categoría de leyenda millonaria. Y Salas no se detendría ahí, ya que sería protagonista de un nuevo título, al ganar la Supercopa 1997, con dos goles suyos, frente al siempre difícil Sao Paulo. Sus grandes actuaciones y goles memorables lo llevarían ese año a ganar el premio argentino Olimpia de Plata como mejor jugador y, también, la elección como mejor jugador de América, emulando el lejano logro de Elías Figueroa. /HDF