Atardecía en Santiago ese 12 de diciembre de 1987, en el Estadio Santa Laura. Se jugaba la fecha 22 del torneo nacional y en otra jornada brillante para la UC (como lo fue todo ese histórico año cruzado) se le ganaba dos por uno a Naval de Talcahuano, en un encuentro donde los de la franja habían derrochado buen fútbol, pero también mucho pragmatismo.
El partido ya se iba, de hecho el reloj marcaba el minuto 89, y católicos y choreros sólo esperaban el desenlace del encuentro. Si embargo, cuando ya algunos enfilaban hacia la salida se produjo una jugada magistral, que terminaría en el mejor gol de todo ese recordado campeonato.
Dominaba la pelota el navalino Tomás Díaz, en medio terreno, quien levantó la vista para ver hacia donde podía jugarla. En eso, Osvaldo “Arica” Hurtado, quien estaba de espaldas al arco contrario, se avivó y sorpresivamente le quitó el balón por atrás. Acto seguido, condujo el esférico y trató de encontrar algún espacio, para sacar ventaja.
Los defensores sureños se atrincheraron en el área, mientras Hurtado giró en semicírculo y luego cambió la macha, inclinándose hacia la derecha, lo que descolocó a la retaguardia náutica. Tras cartón el “Arica” se la tocó magistralmente a su socio, Juvenal Olmos, quien se la devolvió al vacío , en gran forma. El violento cambio de ritmo alarmó al meta de Naval, Leonardo Canales, quien corrió, como un celaje, a enfrentar a Hurtado, pero éste último alcanzó a pegarle con el empeine derecho y la pelota hizo un perfecto globo, con efecto, por encima del portero. Un verdadero golazo que enfervorizó, hasta el delirio, a la nutrida barra universitaria que copaba las tribunas del reducto de Plaza Chacabuco. /HDF