Sábado 18 de noviembre de 2017, era un asoleado día primaveral en Concepción y las calles de la capital penquista amanecían teñidas de amarillo y negro. Una multitud interminable de apasionados hinchas de Arturo Fernandez Vial enfilaba hacia el Estadio Ester Roa, con la esperanza de que esa tarde se diera lo que todos esperaban, una victoria sobre Salamanca y el ansiado ascenso a la segunda división profesional.
Ya en el estadio impresionaba el marco de público, que superaba las 20 mil personas. Y ojo que era un partido de la cuarta categoría (fútbol amateur). Es más, cualquier equipo de primera quisiera tener ese poder de convocatoria, nada que envidiarle a Colo Colo o la U. Pero lo que mas daba gusto era que, entre los espectadores, podían verse guaguas, niños, mujeres, matrimonios y abuelitos; una cruzada de varias generaciones siguiendo al equipo de sus amores. Un ejemplo que rescataba la esencia de lo que es el fútbol.

Cuando el “Inmortal” entró a la cancha explotó el estadio, fuegos artificiales, serpentinas y papel picado saludaron al equipo, mientras la fiel “Furia Guerrera” no dejaba de saltar y cantar. El rito se prolongó después, con el despliegue de la gran bandera aurinegra, que se mostró orgullosa sobre las cabezas de los fanáticos. Estaba todo dispuesto para el vial juego.
Pese a la tensión de los minutos iniciales el equipo poco a poco se fue soltando. mostrando un buen juego, en líneas generales. Todo cambió, eso sí, con la apertura de la cuenta, a los 30 minutos de juego, cuando Yerko García se despachó un zapatazo terrible, que dejó sin opción al meta visitante. El estadio por fin rugió de desahogo e ilusión, la luz comenzaba a verse al final del túnel. Así termino la primera etapa.
La vuelta a profesionalismo
Desde el primer minuto de la segunda fracción el equipo entró virado, se notó que querían cerrar esta sufrida etapa en la tercera división con un buen broche de oro. Y la verdad es que fue un festín de goles lo que se vino, un regalo especial para esa magnífica hinchada vialina, que vibró de alegría con cada una de las cuatro estocadas que cerraron el 5 por cero final. Joaquín Muñóz, a los 49; José Pizarro, a los 53; Jaime Cáceres, a los 60; y José Isla, a los 81 coronaron una tarde de ensueño e instalaron a Arturo Fernandez Vial de vuelta en el profesionalismo.
Cuando faltaban pocos instantes para el final las emociones se hacían sentir en las graderías. Risas, miradas nerviosas y uno que otro llanto dibujaban el momento. Muchos, a lo mejor se acordaron de la sufrida y abnegada historia vialina, sí esa que partió en un lejano mes de junio de 1903, esa que vio al Vial como uno de los equipos fundadores de la Asociación de Fútbol Concepción. La misma que registro como la escuadra ferroviaria se alzó con el tricampeonato de la Copa Té Retampuro (1914-16) u aquella que la vio salir victorioso de varios de los recordados campeonatos regionales. Harta agua pasó bajo el puente, y también muchos momentos de gloria, como aquel 31 de octubre de 1981, cuando Hardy Perez anotó ese ya legendario gol a Deportes Laja, que significó el anhelado ascenso a la segunda división. Un logro que se repetiría, justo un año después, cuando el Vial subió a primera, trasformándose en el único equipo en Chile que ha logrado pasar de tercera a primera división, en tan solo dos años.
Pero en esos instantes de éxito súblime lo más probable es que el vialino también haya encontrado el espacio para evocar aquellos momentos no ta buenos, esos en los que se “bailó con la fea”, pero que también sirven para forjar el temple y sacar a relucir esa mítica garra. . Ahí están los descensos a segunda división, en 1984 y 1992, la derrota con Cobreloa en la final de la Copa Chile 1986, la lamentable caída a la tercera división en 2009
y finalmente, la división institucional que terminó con dos equipos en cancha en 2012.
El final ya era inminente, la satisfacción era indescriptible, la Furia Guerrera entonaba sus tradicionales cánticos con el corazón hinchado y la emoción a flor de piel. Y ¡ya!, por fin, el pito del árbitro sentenció el partido y todo el estadio se fundió en una sola ovación. Está de vuelta un grande, uno que nunca ha querido morir y que hora ha resurgido de las cenizas, para seguir escribiendo sus historia gloriosa. Salud Vial, en buena hora. /HDF