Chile en la Copa América 1991, el entusiasmo no bastó​

La confianza sobraba en el hincha nacional, a principios de julio de  1991, sobre todo porque un mes antes Colo Colo había levantado la Copa Libertadores de América, en un hecho inédito en el fútbol chileno. De hecho, muchos hablaban de que la Roja debía enfrentar la Copa América con la base de Colo Colo y algunos más, como Zamorano y Basay.  

Entretanto, el equipo comandado por Arturo Salah se había preparado con la meta de luchar con todo para dejar el título en casa. El desafío no era menor, ya que todas las escuadras llegaban con su mejor gente, principalmente Argentina, que venía con una renovada selección, ya sin la presencia de su máximo ídolo, Diego Armando Maradona.

El once de Chile comenzaba con Patricio Toledo, quien se había adueñado del arco, tras el forzoso abandono de Roberto Rojas. Después, en defensa, aparecía una línea de cuatro bien colocolina, con Gabriel Mendoza, Lizardo Garrido, Eduardo Vílchez y Eduardo Gómez.  En el medio figuraban Nelson Parraguéz, Jaime Pizarro, Rubén Espinoza y Jorge Contreras; y arriba, el ataque lo comandaban Iván Zamorano y su socio, Hugo Rubio. A ellos se sumaba Patricio Yáñez, quien era pedido a gritos por la hinchada.

El debut de la Roja fue el 6 de julio, ante Venezuela, partido que si bien se ganó, sembró varias dudas, en cuanto a la estructura del equipo y la línea de juego. Los primeros minutos fueron muy auspiciosos para la Roja, lo que encendió a las más de 45 mil almas que llegaron a Ñuñoa. Eduardo Vílchez, a los 22, e Iván Zamorano, a los 35 sellaron tempranamente el duelo. Lo que vino después dejó a todos con sabor agridulce, ya que el equipo bajó mucho su nivel de juego y pecó de excesiva falta de efectividad (la única fórmula de ataque, repetida hasta el cansancio, fue buscar el cabezazo de Zamorano). Las pifias al final del duelo mostraron el descontento de muchos.

Dos días después, el sorteo de las sedes llevó a Chile a Concepción, para enfrenar a la fuerte selección peruana. Más de 30 mil personas llegaron hasta el viejo estadio de Collao, donde, en medio de la lluvia y el barro, la Roja mejoró bastante su juego y también su potencia goleadora.

Recién, a los 16 minutos de partido Hugo Rubio, aprovecho una duda en la zaga incaica, para marcar el primer gol chileno, que desahogó a jugadores e hinchas. Ya en la segunda etapa, en el minuto 51, Zamorano cayó en el área y el arbitro marcó el punto penal. Todo lo transformó en gol Jorge Contreras, con un fuerte lanzamiento alto, estableciendo el dos por cero.  

A los 59 Flavio Maestri puso el descuento para Perú y un minuto después, la banca chilena dispuso el ingreso de Patricio Yáñez, quien entró y fue ovacionado por todo el estadio. El pato le dio más vértigo al equipo, que rápidamente alcanzó el tres a uno, gracias a un potente cabezazo de Zamorano. El estadio ardía de emoción por lo goles, pero también por el gran juego de los rojos.

Pero Perú vendería cara su derrota, ya que 10 minutos más tarde Del Solar volvía a descontar, sembrando la angustia en el estadio. Sin embargo, todo se disiparía tres minutos después, gran jugada de Yáñez por la derecha, centro y cabezazo de Zamorano para desatar el carnaval en Concepción.

El tercer partido se disputó el 10 de julio en un Estadio Nacional hasta las banderas. El rival Argentina, por lo que el apoyo en las gradas esta vez fue total y absoluto. En la cancha se notó que el encuentro era clave para ambos, ninguno de los dos equipos cedió un centímetro y la táctica predominó mucho sobre el juego, lo que transformó el espectáculo en un una pugna casi de ajedrez, apretada, sin brillo y llena de faltas. Increíblemente, Yáñez no entró desde el primer minuto, pese al clamor popular que pedía su ingreso. Salah sólo lo puso en el minuto 57, cuando ya las cartas estaban tiradas. 

Así las cosas, las dos escuadras caminaron hacia un escenario donde el más mínimo error se pagaría caro. Y lamentablemente, la falla la cometió la defensa chilena, Cuento corto, minuto 81, gol de Batistuta, final de la historia y nuevamente las pifias asomaron en Ñuñoa. 

El último match de la primera fase (14 de julio) Chile necesitaba ganar a Paraguay para clasificarse, por lo que debía ajustar todas sus piezas y mejorar el juego.  Por suerte, el apoyo masivo del hincha que nuevamente llenó el Nacional ayudó a que los jugadores dieran el 100 por ciento por la camiseta. Se notó, desde el primer minuto una actitud distinta, sedienta de triunfo. Ya, a los 12  Rubio abrió el marcador, tras rematar de zurda, después de una combinación con Zamorano. Y tres minutos después, Pizarro se mandó un espectacular desborde por la izquierda, centró y apareció Zamorano para anotar el segundo. Menos de 15 minutos de juego y ya Chile comenzaba a abrochar el triunfo, que nunca estuvo en peligro. La faena la cerraron Estay, con gran volea de zurda, a los 63,  y Vera, a los 68, luego de gran acción personal.   Cuatro por cero final y alegría en todo Chile, la Roja seguía en carrera.

Choque con la realidad
Ya en segunda fase de la copa Chile debió medirse con la Colombia de Valderrama y compañía (17 de julio). Un duelo difícil, con escuadras muy parejas. Pero todavía estaba en la retina del hincha, la goleada a Paraguay, por lo que se esperaban buenas cosas. Sin embargo, la realidad dijo lo contrario y la Roja revivió los fantasmas del principio de torneo. Fue un partido para el olvido, ya que la selección nunca se sintió cómoda en la cancha, siendo superada, principalmente en el medio terreno, por los talentosos jugadores cafeteros. Más encima, a los 30 minutos del primer tiempo Zamorano malogró un penal, lo que derrumbó al equipo por un largo pasaje. De hecho, a los 37 Colombia abrió la cuenta gracias a un gran tanto de Iguarán.

El segundo tiempo no cambió mucho, un Chile nervioso y desdibujado que sólo atinaba a defenderse de las embestidas colombianas.  Sólo un aventura personal de Zamorano que terminó en gol, a los 74, cambió algo el panorama. Las dudas estaban instaladas nuevamente.

Dos días más tarde apareció otra vez en el horizonte la selección argentina, en un duelo muy recordado, no sólo por la copiosa lluvia que cayó sobe el Nacional, sino por la gran demostración de garra y corazón que puso, sobe el campo, el cuadro chileno.

Consciente de que sólo el triunfo le abría opciones al titulo la Roja presionó con todo en busca de la victoria, ahogando  a la escuadra albiceleste. Pudo Chile abrir la cuenta pero Goycochea impidió varias veces el grito de gol. Ya al final del primer tiempo, la expulsión de Patricio Yáñez complicó mas las cosas, ya que el equipo tuvo que redoblar esfuerzos para romper la paridad. Y casi lo logra, ya que luego de empujar a su zona, por varios minutos, al subcampeón del mundo tuvo la ocasión para cambiar el destino de partido. Fue un balonazo de Lizardo Garrido que obligó a una fenomenal contorsión al arquero trasandino. Como tantas veces no alcanzó.

La aventura de la Copa América de 1991 terminó el 21 de julio con una derrota frente a Brasil, que eliminó cualquier posibilidad de aspirar al título. Las fallas defensivas y la impericia frente al arco pasaron otra vez la cuenta. Chile terminó el torneo en tercer lugar, pero con una sensación amarga en jugadores e hinchas. /JotaEme