1996, Acosta por Bigotón: justo a tiempo​

No es extraño en la historia de la roja que la afición y la prensa especializada cuestione y sea implacable con los entrenadores de turno, sobre todo cuando comienzan los procesos eliminatorios. Una presión que a veces ha dado buenos frutos.


Inevitable recordar uno de los momentos relativamente recientes en que “se corrigió el rumbo a tiempo”. Sucedió en el proceso para llegar a Francia 1998, estando a cargo el célebre médico y entrenador vasco, Xabier Azkargorta.
 
El “Bigotón” había asumido el buzo de la Roja tras conseguir el éxito más importante de la historia del balompié boliviano: el cupo a Estados Unidos 1994. Un tipo que había logrado algo casi imposible, parecía ser una carta atractiva para una selección chilena que no acababa de sacudirse del castigo por la autolesión del Cóndor Rojas en Maracaná.
 
La Asociación Nacional de Fútbol Profesional, liderada entonces por Ricardo Abumohor, se la jugó por el DT apenas cesó su continuidad en el país altiplánico. Aquello ocurrió luego de la participación del equipo verde en la cita norteamericana, recordada por nombres como los del “Diablo” Etcheverry, Milton Melgar, Marcos Sandy o el mismísimo Gustavo Quinteros (ex DT de la UC, hoy en Colo Colo).
 
Así como Berizzo hoy, el Bigotón tuvo un período largo de pruebas a cargo de la selección, el cual incluyó la participación del equipo en la Copa América de Uruguay 1995. Un recuerdo desastroso, habrá que decir, porque se perdió con EE.UU. y Argentina y apenas se empató con Bolivia, quedando afuera en fase de grupos.
 
El 2 de junio de 1996 llegaría la “prueba de fuego”, a la postre, también la sentencia del proceso del adiestrador vasco. Era el retorno de Chile a los procesos eliminatorios para asistir a un Mundial. Estaba en juego la renovada ilusión de un país, pues desde España 1982, el Equipo de Todos no llegaba a la cita planetaria.
 
Era el debut por los puntos ante Venezuela en la pequeña ciudad interior de Barinas, la llamada “Capital de los Ríos”, cuyo nombre quedaría para siempre en la memoria del hincha chileno, por el sufrimiento vivido en los 90 y algo minutos. Y porque el sufrido empate conseguido en los descuentos por Javier Margas no evitó la caída del entrenador.

Sí, estábamos volviendo a la ruta mundialista frente a un rival históricamente accesible y el escenario no podía ser peor, porque comenzamos perdiendo con el gol de un jugador del torneo local, Diony Guerra, centrodelantero de Deportes Concepción ese año. Para alegría del país y para la estadística, una “patriada” al final maquilló la pobre presentación de Chile.

Para el medio en general y para la dirigencia, lo visto era suficiente para tomar determinaciones. Y así ocurrió, en una conversación directa y privada de Abumohor con Azkargorta, para comunicarle que su ciclo llegaba al final. El doctor saldría a conferencia de prensa para acuñar su histórica frase: “Ojalá una vez muerto el perro, se acabe la rabia”.

Y vaya si se acabó, en la práctica. La ANFP tomó decisiones rápidas y pidió a don Nelson Acosta (uruguayo nacionalizado chileno), que asumiera el desafío, pues era el DT nacional de mejores números en aquel momento, con buenas y consistentes campañas desde el banco de Unión Española.

El debut del “Pelado” fue soñado. En un Estadio Nacional repleto hasta las banderas, se comenzó a forjar una historia de amor los hinchas y su entrenador, que encarnaba la esperanza de recobrar el camino.

Fue el sábado 6 de julio de 1996, cuando bajo una intensa e inclemente lluvia -como las de entonces en el invierno santiaguino- y en el minuto 25 del primer tiempo, Iván Zamorano hizo explotar las gargantas chilenas con un cabezazo al costado, luego de pivoteo de su socio Marcelo Salas.

El equipo se fue el intervalo en mínima ventaja, a pesar de ser dominador del juego. Y por supuesto, vinieron las dudas al regreso, cuando en el minuto 74 Alex Aguinaga encajó una volea al primer palo de Nelson Tapia, firmando el empate.

Dos minutos duraron los fantasmas: La Roja se sacudió del golpe rápidamente con otros 3 cabezazos: uno del Matador, otro de Fabián Estay y el último, del mismo Bam Bam, para encender la noche ñuñoína, en que se comenzó a escuchar muy fuerte el cántico que nos acompañaría en todo ese exitoso proceso rumbo a Francia 98: “Se fue, se fue, se fue Azkargorta…Y ahora con Acosta, nos vamos al Mundiaaal”.

Rodrigp Toledo M.